En el mundo, alrededor del 60% de los niños reciben algún tipo de castigo físico, según un informe de UNICEF. Y el más habitual es el cachete o nalgada como se le conoce en los países de sudamerica. En los EEUU. la mayoría de las personas siguen viendo el cachete como aceptable, aunque en la web FiveThirtyEight se indica que el porcentaje de personas que lo apoyan ha bajado desde el 84% en 1986 hasta el 70% en 2012. «La cuestión de si los padres deberían dar un cachete a sus hijos para corregir un comportamiento se asienta sobre una mezcla de argumentos éticos, religiosos y de derechos humanos», escribe Elizabeth Gershoff e la Universidad de Texas y Andrew Grogan-Kaylor de la Universidad de Michigan, en un nuevo meta-análisis que examina la investigación sobre cachetes y sus efectos en los niños.
Los investigadores advertían que los meta-análisis previos habían definido el castigo físico con demasiada amplitud, incluyendo comportamientos más duros y abusivos que el cachete. Así que para este meta-análisis definieron «cachete» o «nalgada» como pegar a un niño en sus nalgas o extremidades usando la mano abierta». También se preocupaban de que los cachetes eran vinculados a consecuencias negativas para los niños en estudios que no eran ningún ejemplo metodológico.
Es difícil estudiar resultados como estos en el mundo real; sólo existen unos pocos estudios experimentales controlados en los que algunas madres daban nalgadas a sus hijos y otras no, dentro de las instalaciones de un laboratorio. Esos fueron incluidos en este análisis, junto con estudios longitudinales y transversales hasta un total de 75, 39 de los cuales no habían sido incluidos antes en ningún meta-análisis. Todos juntos, estos estudios incluían datos de 160.927 niños.
Los investigadores miraron la magnitud de los efectos en estos estudios, para ver lo sólidos que eran sus resultados. Había 111 magnitudes diferentes de efectos en 75 estudios (algunos de estos estudios incluían más de un resultado). De ellos, 108 descubrieron que el cachete estaba vinculado a resultados pobres. 78 de los resultados negativos eran estadísticamente significativos. Sólo 9 resultados indicaron que dar cachetes podría tener algún beneficio y sólo uno de ellos era estadísticamente significativo.
«Por tanto, entre los 79 magnitudes de efectos estadísticamente significativos, el 99% indicaba una asociación entre los cachetes y una consecuencia negativa para los niños» dice el estudio. Estos resultados fueron «baja interiorización moral, agresión, comportamiento antisocial, externalización de problemas de comportamiento, problemas de salud mental, relaciones negativas padres-hijos, capacidades cognitivas limitadas, baja autoestima y riesgo de abusos físicos de los padres.»
Métodos más duros de abuso fueron excluidos del análisis, así que este meta-estudio demuestra que dar cachetes coloca a los niños en riesgo de sufrir algunos problemas serios. Los autores también buscaron en un subconjunto de estudios que comparaban dar cachetes con abusos físicos, y descubrieron que ambos estaban vinculados con malos resultados «que son similares en magnitud e idénticos en orientación» escribieron.
Dado que los cachetes son aún una forma tan común (y controvertida) de castigo, el examen riguroso de las investigaciones serán importantes para padres y legisladores. Y como los investigadores concluyeron «no existe evidencia de que dar cachetes haga nada bueno a los niños y todas las pruebas apuntan al riesgo de que les perjudique.»
Artículo publicado en The Atlantic
En realidad todos sabemos que los castigos físicos no son planificados por ningún padre o madre, sino que aparecen en estados de enfado, ira o agotamiento del adulto, y por tanto de descontrol emocional. A continuación aparece el arrepentimiento y la «justificación razonada» de lo que no ha sido otra cosa que una reacción lamentable.
Yo puedo atestiguar con mi propia experiencia, que es posible educar a niños excelentes sin aplicar ningún tipo de castigo físico aún en las crisis más fuertes imaginables, aunque para ello muchas veces hace falta un esfuerzo inmenso. Justo el que tus hijos merecen.
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